Antía Fernández

"Olga conoció el DCA pero no lo vivió"

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Se llamaba Olga, tenía unos 60 años, una gran formación académica y muchísima formación informal, autodidacta incluso, era una cabeza de fórmula uno, de esas que no paran, que son hiperactivas. Se había matriculado en un ciclo superior de FP de Integración Social, se llevaba con las más jóvenes de la clase como si ella fuese una más, y cuidaba de cada compañera y compañero con mucho mimo.

Acudió el jueves a las jornadas de interculturalidad de Ecos Do Sur en Arteixo, estuvo muy activa y participativa, se despidió de todas al acabar y se fue para casa. Trabajó en unas tareas para el instituto y durmió. Al día siguiente fue al trabajo, era perito de construcciones, le apasionaba la arquitectura pero lo que más deseaba era construir una sociedad igualitaria, justa y equitativa, era una gran luchadora social. Y socialista.

Durante el sábado se preparó para ir al día siguiente a Santiago de Compostela a unos actos reivindicativos convocados por plataformas feministas, su compromiso la había llevado a fundar el Observatorio de Igualdad hacía muchos años ya, y por méritos propios todavía era la directora del mismo. Nadie era indiferente a su energía arrolladora. La tarde del domingo tuvo un ACV e ingresó en el CHUS por URGENCIAS, ya se quedó allí. Tenía una hemorragia intracraneal, en la base del cerebro, por encima del cerebelo. Era inoperable. La cuidaron en la UCI y llegó a despertar poco después, pero sólo para despedirse. Recayó y de planta volvió a la UCI, donde se fue.

Olga conoció el DCA durante unos instantes pero no lo vivió, quizá era un daño excesivo, incompatible con la vida, o quizá le daba miedo recordarse como era y verse como podía empezar a ser. Por eso es importante dar a conocer el DCA en todas las etapas de la vida, a todas las personas, para concienciar y sensibilizar.

Porque es algo que no sabes si te va a tocar, mejor conocerlo antes.

En memoria de Olga Patiño Doval